No sos vos, soy yo y mi miedo a que me lastimen.
— Una Tipa (@mambosmios) August 26, 2011
Lo tendre Merecido
Catarsis diaria de una ciclotímica
1 de septiembre de 2013
22 de agosto de 2012
14 de agosto de 2012
2 de mayo de 2012
Micro amor - Segunda Parte
La historia no terminó ahí. Apenas llegué a mi casa conté en Twitter lo que había pasado. Alentada por un par de menciones, decidí jugarme y mandarle un mensaje a su amigo, ese al que yo le había avisado desde mi teléfono que Gonzalo llegaba a las 1.30. Le pedí el número de Gonza argumentando que necesitaba "decirle algo". Me lo pasó sin vueltas. El tema ahora era: Tratar de no quedar como una acosadora, que sepa que me interesaba y generar una charla. Obviamente no salió. Mandé un mensaje tonto que jamás me respondió. Podemos pensar que no tenía crédito, que se lo mandé tarde y estaba durmiendo, pero todos sabemos que eso no es real. Quiero mandar uno un poco más jugado y ya no molestarlo más,pero ahí si estaría acosando y no me da.
Flashee con sus ojos pero de todas maneras pienso que jamás me daría pelota.
¿Ahora? Estoy indispuesta, en la cama y leyendo http://www.porvolverteaver.com/ . Soy tan minita que deberían mandarme helado solo para completar el cliché. También me enteré que existe http://www.ayerpase.com.ar/ Se los cuento para que vayan a mirar, quizá alguien los está buscando.
A pesar del final poco feliz es una linda anécdota que ya use en la radio y que puedo seguir usando en la vida.
Gonzalo, donde quiera que estés, sabe que del otro lado de Rosario hay una chica que no para de pensar en tus ojos.
Flashee con sus ojos pero de todas maneras pienso que jamás me daría pelota.
¿Ahora? Estoy indispuesta, en la cama y leyendo http://www.porvolverteaver.com/ . Soy tan minita que deberían mandarme helado solo para completar el cliché. También me enteré que existe http://www.ayerpase.com.ar/ Se los cuento para que vayan a mirar, quizá alguien los está buscando.
A pesar del final poco feliz es una linda anécdota que ya use en la radio y que puedo seguir usando en la vida.
Gonzalo, donde quiera que estés, sabe que del otro lado de Rosario hay una chica que no para de pensar en tus ojos.
Micro amor - Primera parte
Retiro siempre estuvo lleno de gente y yo me vengo a enamorar arriba del micro.
Subí colgada del teléfono, despidiendo gente que compartió ratos conmigo en Buenos aires y avisando a Santa fe que en unas horas nos reencontraríamos.
Jamás se me ocurrió mirar para atrás. Al costado, en frente, nunca atrás. Hasta que me habló. Justo en la mitad del viaje. Yo venía escuchándolo cantar y pensando que era un pelotudo pero ni lo había mirado.
"Gonza, me llamo Gonzalo". Se acercó desde el asiento de atras y me miró con los ojos verdes más lindos que vi en mucho tiempo. Pelo bien cortito, linda voz, porteño. Me pedía un mensaje de texto. Tenía que avisar a que hora llegaba para que lo busquen. La conversación fue algo así:
Él: Discúlpame ¿Me prestarías un mensaje de texto?
Yo: Si. No hay problema
Él: Vos te bajas en Santa fe ¿No?
Yo: Si
Él: ¿Cómo a que hora llegaríamos? ¿1.30?
Yo: Calculo que si, más o menos a esa hora ¿Lo escribís vos o lo escribo yo?
Él: No, escribilo vos.
Yo: Decime que escribo.
Él: Pone que llegamos una y media y Gonza. Me llamo Gonzalo.
Yo: Listo. Decime el número.
Él: ¿Querés mirarlo? Es este. Son un montón de números, me dijo alcanzándome su celular.
En esta parte hubo acotaciones respecto a que el numero era raro y largo. Lo chequee tres veces para no equivocarme y lo mandé.
Yo: Listo. Ya está.
Él: Muchas gracias, en serio.
Iba sentada en el asiento 17 ¿Quién diría que eso iba a traerme suerte? Al rato de esa charla el siguió cantando. Le respondieron el sms a mi celular. Me di vuelta para avisarle. No le hablé, directamente le mostré el teléfono. Volvió a agradecer y ya no hablamos.
Le conté a mis amigas lo que estaba pasando. Asumí que el mensaje de texto era para una novia que vendría a darle un beso apenas baje del micro.
Compartí con el 6 horas de mi vida y no me animé a hablarle más. Viaje sola todo el camino y el igual ¿Quién me manda a ser tan cagona?
Llegamos. Bajé y fui al baño. Cuando esperaba el taxi mirando para adentro de la terminal pasó caminando, cruzamos miradas. El fue a esperar que lo busquen en la puerta principal. Había bastante gente. Antes de que venga el taxi pude ver que lo buscaba un amigo y no una chica. Se fueron en auto.
Y así es como no dejo de pensar en sus ojos verdes.
Subí colgada del teléfono, despidiendo gente que compartió ratos conmigo en Buenos aires y avisando a Santa fe que en unas horas nos reencontraríamos.
Jamás se me ocurrió mirar para atrás. Al costado, en frente, nunca atrás. Hasta que me habló. Justo en la mitad del viaje. Yo venía escuchándolo cantar y pensando que era un pelotudo pero ni lo había mirado.
"Gonza, me llamo Gonzalo". Se acercó desde el asiento de atras y me miró con los ojos verdes más lindos que vi en mucho tiempo. Pelo bien cortito, linda voz, porteño. Me pedía un mensaje de texto. Tenía que avisar a que hora llegaba para que lo busquen. La conversación fue algo así:
Él: Discúlpame ¿Me prestarías un mensaje de texto?
Yo: Si. No hay problema
Él: Vos te bajas en Santa fe ¿No?
Yo: Si
Él: ¿Cómo a que hora llegaríamos? ¿1.30?
Yo: Calculo que si, más o menos a esa hora ¿Lo escribís vos o lo escribo yo?
Él: No, escribilo vos.
Yo: Decime que escribo.
Él: Pone que llegamos una y media y Gonza. Me llamo Gonzalo.
Yo: Listo. Decime el número.
Él: ¿Querés mirarlo? Es este. Son un montón de números, me dijo alcanzándome su celular.
En esta parte hubo acotaciones respecto a que el numero era raro y largo. Lo chequee tres veces para no equivocarme y lo mandé.
Yo: Listo. Ya está.
Él: Muchas gracias, en serio.
Iba sentada en el asiento 17 ¿Quién diría que eso iba a traerme suerte? Al rato de esa charla el siguió cantando. Le respondieron el sms a mi celular. Me di vuelta para avisarle. No le hablé, directamente le mostré el teléfono. Volvió a agradecer y ya no hablamos.
Le conté a mis amigas lo que estaba pasando. Asumí que el mensaje de texto era para una novia que vendría a darle un beso apenas baje del micro.
Compartí con el 6 horas de mi vida y no me animé a hablarle más. Viaje sola todo el camino y el igual ¿Quién me manda a ser tan cagona?
Llegamos. Bajé y fui al baño. Cuando esperaba el taxi mirando para adentro de la terminal pasó caminando, cruzamos miradas. El fue a esperar que lo busquen en la puerta principal. Había bastante gente. Antes de que venga el taxi pude ver que lo buscaba un amigo y no una chica. Se fueron en auto.
Y así es como no dejo de pensar en sus ojos verdes.
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